Los paneles solares están hechos de células de silicio encapsuladas entre vidrio templado y polímeros que las protegen de la humedad y los rayos UV. Aun así, con el paso de los años, estos materiales sufren un desgaste inevitable. Primero, la radiación ultravioleta rompe enlaces químicos en el polímero, provocando decoloración y microfisuras en la capa protectora. Esa degradación deja entrar humedad, lo que acelera la corrosión interna y reduce la eficiencia de conversión de luz en electricidad.

Otro enemigo silencioso es el estrés térmico. Cada día, los paneles se calientan al sol y se enfrían al caer la noche. Esa oscilación crea microfisuras en el silicio y en las uniones soldadas. Con el tiempo, esas pequeñas grietas se acumulan y aumentan la resistencia interna del módulo, disminuyendo su potencia máxima.

Además de estos procesos intrínsecos, la acumulación de suciedad y residuos sobre la superficie del panel puede generar “puntos calientes”. En esas zonas, la radiación se convierte en calor en lugar de electricidad, sobrecalentando localmente las células y acelerando su degradación. Polvo, polen, excrementos de aves e incluso depósitos de sal en zonas costeras son enemigos directos de la longevidad solar.

Para combatir esta degradación, la ciencia recomienda un mantenimiento estratégico en tres frentes:

1) Limpieza periódica: Elimina polvo y residuos con agua suave y cepillos no abrasivos. Cada 3 – 6 meses es ideal según tu clima.

2) Inspección visual y termográfica: Revisa grietas, delaminación y puntos calientes usando cámaras infrarrojas. Detectar fallas antes de que se agraven evita reparaciones costosas.

3) Revisión estructural y eléctrica: Asegura que soportes y conexiones estén libres de corrosión y en buen apriete. Cables desgastados o sueltos pueden causar arcos eléctricos y dañar células.

En Colombia, donde el sol brilla con fuerza y las variaciones de temperatura son frecuentes, implementar un programa de mantenimiento predictivo puede extender la vida útil de tus paneles más allá de los 25 años con una pérdida de rendimiento inferior al 10 %. Empresas especializadas ofrecen servicios de monitoreo remoto que miden indicadores clave –temperatura, voltaje, corriente– y generan alertas cuando los valores se desvían de su rango óptimo. Así, tus intervenciones se programan justo a tiempo, ni muy pronto ni demasiado tarde, garantizando eficiencia y reduciendo costos operativos.

Finalmente, mantener limpio el panel y asegurarte de que la estructura y la instalación eléctrica estén en perfectas condiciones no solo prolonga su vida, sino que maximiza tu retorno de inversión. Cada kilovatio extra que obtienes gracias a un panel bien mantenido se traduce en ahorros de factura y menor tiempo de amortización. Además, demuestras un compromiso real con la sostenibilidad, alargando el periodo en que tu energético es completamente renovable y libre de emisiones.